jueves, 28 de mayo de 2009

TEMA DEL DIA: LOS PINOS DE LA COSTANERA.UN APORTE DE LA COMISION DE PATRIMONIO HISTORICO

Comisión de Patrimonio Histórico advierte por el volteo de pinos en la Costanera
Repasando los antecedentes históricos de su plantación, la Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico, Urbano y Arquitectónico de Bariloche, pidió reanalizar el volteo de las especies. “Estos pinos no son meros ejemplares ubicados allí por una cuestión errónea del destino. Son parte de un momento de la historia de nuestra ciudad, forman parte del paisaje urbano, y se han ganado un lugar en él”, se indicó. El comunicado completo.
Los Árboles de la Costanera son también parte de nuestro Patrimonio En estos días se está debatiendo sobre el futuro de las especies de coníferas exóticas existentes a la largo de la Avenida Costanera. Diversos son los planteos de los motivos por los cuales se intenta justificar su tala, pero más allá de que las razones sean atendibles o no, y que los reemplazos posibles, sean lógicos o no, es interesante saber el porque estas especies llegaron a formar parte de nuestra flora urbana y hoy pueblan nuestros jardines, junto con otras que han sido incorporadas al paisaje de Bariloche y sus alrededores, incluso del Parque Nacional Nahuel Huapi. Muchas especies tienen a su vez, un uso comercial y utilizadas en forma racional, logran salvaguardar la explotación descontrolada de la flora nativa en la búsqueda de la madera como preciado material para diversos usos artesanales y constructivos. La historia se remonta a los primeros tiempos de la Colonia Agrícola Ganadera del Nahuel Huapi, cuando, tras la llegada de los primeros colonos, visitó la Isla Victoria del Lago Nahuel Huapi Don Aaron de Anchorena, quien logró el usufructo de la misma para su uso particular en 1907, para armar allí su estancia modelo a cargo del Ing. Naval Otto Muhlempfordt en la zona central de la misma en el sector conocido actualmente como Bahía Anchorena. Por entonces, además de introducirse fauna exótica y una gran variedad de plantas decorativas, frutales y árboles exóticos, se organizó un vivero dirigido por el silvicultor alemán Otto Alberti, sembrándose además trigo, avenas y papas, entre otros vegetales. En el aserradero de la isla, se trabajó la madera necesaria extraída de la Isla para levantar los galpones, corrales, el tambo, los cercos para sembrados de trigo, el molino harinero y la máquina para fabricar chicha de manzanas. Se construyó también el chalet principal y varias de las viviendas históricas que están hoy en vías de restauración por Parques Nacionales. Se abrieron jardines, senderos, caminos y se construyó un muelle. Además de funcionar allí el astillero donde se construyó la Goleta Pampa. El dueño de casa llegaba allí con sus invitados, agasajándolos generosamente y alentándolos a que invirtieran y se afincaran en la región. Por esa época el periodista francés Paul Groussac publicó varias notas en Bs. As., objetando el usufructo de la Isla, lo que hizo que Anchorena recibiera una interpelación por parte del gobierno nacional. Esta situación conflictiva hizo que éste decidiese renunciar a dicho usufructo, retornóla al Ministerio de Agricultura en 1916, donando todas las instalaciones al Estado Nacional. Al retornar la isla a manos del Estado, quedo abandonada por largo tiempo y la deforestación transformó gran parte de su superficie en praderas ganaderas. A principios de la década del '20, sufrió además un gran incendio forestal, que causó daños al bosque nativo. Gran parte de la isla estaba desforestada. EL VIVERO FORESTAL Tras una visita de inspección, en 1924, el entonces Ministro de Agricultura Tomás Le Breton decidió recuperar el uso productivo de la isla, recreando el vivero forestal iniciado en los tiempos de Anchorena. Para ello, contrataron los servicios del Perito Pablo Gross (en su honor se debe el nombre de la Bahía ubicada en la costa opuesta a la Bahía Anchorena), quien organizó el Vivero en diferentes secciones: almácigos y viveros para la producción, parque cultivado, plantaciones forestales exóticas y autóctonas, frutales y quintas. Para 1928, ya se habían plantado las sequoias gigantes que hoy engalanan los circuitos centrales de la isla. Cuando se sancionó la Ley de Creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, en 1934, el Vivero Nacional de Isla Victoria pasó a depender de la Dirección de Parques Nacionales. En 1936, se designó al Ing. Demetrio Havrylenko como jefe del Vivero y se proyectaron nuevos trabajos. Se dividió a la Isla a lo ancho con un alambrado, reservando 1.800 hectáreas para la Estación Forestal y 2.200 hs. en la zona norte para la creación de la Estación Zoológica destinada a la formación de un zoológico de especies autóctonas con fines de investigación y como atractivo turístico. El naturalista Francisco Franke fue nombrado Jefe de la Estación Zoológica de Puerto Radal, encargándose de los cuidados de huemules, pudues, pumas, maras, ciervos colorados, dama y axis, jabalíes, huillines y hasta un cóndor y otras aves menores, construyéndose incluso una faisanera. En la estación Forestal, en tanto, prosperó una impresionante colección de especies: 18 variedades de manzanos, 22 de perales, 16 de ciruelos, 6 de cerezos, 47 especies frondosas de hojas caducas y 71 especies de árboles resinosos, además de damascos, membrillos, nogales, nísperos y 25 especies de rosales. La producción de la estación forestal superaba para 1949 el millón de plantas. El 30% de ellas se donaban para ornamentar plazas y paseos públicos, escuelas o jardines propios del Parque. El 70% restante se vendía a particulares o instituciones, para grandes forestaciones y en valores muy bajos, para fomentar la creación de jardines particulares. También se ofrecían especies nativas, especialmente las araucarias y arrayanes. Para concretar esto trabajos se instaló una usina eléctrica en 1945, una línea telefónica interna de la isla, se dotó de riego artificial algunos sectores, se mejoraron caminos, sendas y muelles, se construyeron 7 casas más y una importante caballeriza, ya que los caballos eran el medio de transporte en la isla. Finalmente, Parques Nacionales decide cerrar el vivero hacia fines de la década del 60´. Hoy, al visitar la Isla Victoria en su área central se puede visitar parte de este antiguo Vivero. Inmensas Sequoias, abedules, robles, arces, eucaliptos, castaños, árboles frutales y bosques de distintas especies de coníferas quedaron como vestigio de épocas pasadas. LOS ÁRBOLES Y SU PARTICIPACIÓN EN LA IMAGEN URBANA Más allá de la riquísima historia de la Isla Victoria y de lo que allí sucedió, es importante destacar que fue de su vivero que procedieron la mayoría de los árboles que pueblan la vía pública y los primeros jardines de nuestra ciudad. Un rico ejemplo son los Jardines del Centro Cívico (solicitar folleto en la Intendencia del Parque “Jardines con Historia” para conocer la variedad de especies que allí se encuentran). La importante variedad de especies introducidas en ese momento y los expertos que trabajaron en las diferentes etapas de funcionamiento del Vivero de Isla Victoria hicieron posible que especies provenientes de otros países prosperaran y se desarrollaran en ambientes incluso hostiles a nuestras plantas nativas. Hoy en día encontramos extensas plantaciones de pinos para uso comercial, en zonas en donde por ej. los cipreses nativos no se desarrollan, destacando en este caso la adaptación a estos ambientes y el rápido crecimiento de estas especies en la obtención de grandes volúmenes de madera. Por ello, mas allá de los aspectos invasores de algunas de las especies introducidas, hay que también observar el beneficio que la introducción de especies exóticas nos ha brindado desde el aspecto cultural, decorativo y económico, al brindarnos la posibilidad de generar trabajo (por ej. la elaboración de dulces a partir de muchas frutales, extracción de madera a partir de muchas arbóreas) y de su usos decorativos gracias a la variedad de especies arbóreas y arbustivas. En consecuencia, es necesario se brinde especial atención al análisis de estos casos de extracción de especies, especialmente en lugares tan emblemáticos como el Sitio Costanera, declarado Patrimonio Histórico de la Ciudad, donde además los árboles se han integrado al lugar. Sitio en el que naturalmente la flora nativa no se desarrolla en gran escala, a un nivel arbóreo, por las características del suelo y del viento. Estos pinos no son meros ejemplares ubicados allí por una cuestión errónea del destino. Son parte de un momento de la historia de nuestra ciudad, forman parte del paisaje urbano, y se han ganado un lugar en él. Son parte del icónico ingreso vehicular a través del este, dando lugar a un espacio urbano de transición entre la ciudad y el lago. Como Sitio Histórico Avenida Costanera, se considera parte de un todo, a la obra y al paisaje natural con su arbolado, habiéndosele dado al conjunto un categoría y grado de protección A 1 (*), lo cual significa que el mismo “por sus cualidades intrínsecas constituye un ejemplo sobresaliente en relación a su estilo, su época y ambiente local, guardando significación dentro de un período histórico y como testimonio único en su tipología. El grado de protección 1 establece que estos sitios deben ser conservados íntegramente manteniendo sus características tanto exteriores como interiores, cuando nuevos requerimientos lo exijan podrá efectuarse - con la supervisión directa de expertos – intervenciones que no afecten la cualidad intrínseca de la obra ni de la unidad de lectura original”. ( transcripción del texto del Tomo II) Consideramos por lo tanto que derribar según se propone a estos árboles sólo logrará sumar esfuerzos para el empobrecimiento urbano y visual de la ciudad. A nuestro querido Bariloche, al que le quedan escasos rasgos que le dan carácter. Este ingreso arbolado es uno de ellos, otorgándole identidad a la ciudad. Por ello, y para concluir, solicitamos se tenga especial atención en la evaluación de las acciones a seguir en relación a las condiciones de transitabilidad y seguridad de la Avenida 12 de Octubre, buscando alternativas que no sean la simple tala de árboles a los que les ha llevado más de 50 años crecer a pesar del riguroso clima patagónico y que hoy consideramos parte de nuestro patrimonio cultural, natural e histórico. Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico, Urbano y Arquitectónico de San Carlos de Bariloche (*)registrado “PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y URBANO DE S.C. DE BARILOCHE”, Inventario de Edificios, Sitios y Poblado, elaborado por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, la Administración de Parques Nacionales, La Universidad del COMAHUE, la Municipalidad local y la Asociación Amigos del Museo de la Patagonia. Fuente: Compilación: Secretaría de Turismo Municipal Cuadernillos de Historia Regional de Ricardo Vallmitjana. Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapi- J.M.Viedma

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